La educación para el pensamiento de cuidado (1)

Matthew Lipman (Caring Thinking)

Contenido:

  1. EL LUGAR DE LAS PASIONES EN EL PENSAMIENTO
  2. EL PENSAMIENTO DE CUIDADO COMO UNA PREOCUPACIÓN POR ASUNTOS DE IMPORTANCIA
  3. ALGUNOS TIPOS DE PENSAMIENTO DE CUIDADO
    1. Pensamiento valorativo
    2. Pensamiento afectivo
    3. Pensamiento activo
    4. Pensamiento normativo
    5. Pensamiento empático

EL LUGAR DE LAS PASIONES EN EL PENSAMIENTO

Cualquier colección de los sonetos más grandiosos del mundo incluiría, al parecer los críticos están de acuerdo, la mayoría de los de Shakespeare. Y si cualquiera se pusiera a buscar las mejores ilustraciones del pensamiento multidimensional, uno se remitiría de nuevo a los "Poetas Metafísicos", en especial a Shakespeare y a Donne, cuyas obras expresan un balance del pensamiento crítico, creativo y de cuidado. Shakespeare, por ejemplo, no duda en comenzar un soneto con el cuestionamiento crítico sobre cómo debería empezar -con qué tipo de símil: "¿Acaso he de compararte con un día de verano?". Sus figuras retóricas son de gran inventiva: cada soneto contiene metáforas altamente imaginativas. Y al mismo tiempo, sus sentimientos por la persona a quien va dirigido el soneto por lo regular son de un intenso amor y admiración que guían su selección de palabras e imágenes. De la misma manera, las cartas de amor de Eloisa a Abelardo se elevan al nivel de la gran literatura debido a que mezclan el pensamiento crítico y creativo con la tierna pasión que permea su escrito.

Es este tipo de pasión el que es más controversial para la propuesta de explicar el pensamiento como una combinación de pensamiento crítico, creativo y de cuidado. Tendemos a identificar el pensamiento crítico con el razonamiento y la argumentación, con la deducción y la inducción, con la forma, estructura y composición. No llegamos a darnos cuenta de cuán profundamente nuestras emociones dan forma y dirección a nuestros pensamientos, les dan estructura, un sentido de la proporción, una perspectiva, o aún mejor, con una cantidad de perspectivas diferentes. Sin las emociones, el pensamiento sería llano y carente de interés. Ni siquiera la imaginación dramática del artista nos conmovería. Cuidar es enfocarse en aquello que respetamos, apreciar su valía, valorar su valor.

El pensamiento de cuidado conlleva un doble significado, pues, por un lado, significa pensar solícitamente acerca de aquello que es el tema de nuestro pensamiento y, por el otro, significa estar preocupado por la propia forma de pensar. Así, por ejemplo, un hombre que escribe una carta de amor le escribe amorosamente a la persona a quien la carta va dirigida, al tiempo que está inquieto por la carta misma.

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EL PENSAMIENTO DE CUIDADO COMO UNA PREOCUPACIÓN POR ASUNTOS DE IMPORTANCIA

Gilbert Ryle hizo casi todo lo que pudo por superar la falacia de suponer que nuestro pensamiento es el efecto de alguna causa sin pensamiento, como si nuestra risa ante un incidente ridículo pudiera analizarse como si primero hubiera una observación no emotiva del suceso seguida de un espasmo de sentimiento y risa, en lugar de que el incidente fuera en sí mismo, desde el principio, risible, y nosotros simplemente respondiéramos con la apreciación adecuada cuando reímos. Sería mejor, nos dice Ryle, simplemente decir que a uno le pareció chistoso el incidente:

“No es que primero la madre preocupada considere de manera desapasionada y sin formularla abiertamente una verdad sobre la enfermedad de su hijo, luego prosiga a tener un sentimiento de preocupación y, posteriormente, presione sus manos con ansiedad. Ella piensa con ansiedad y está suficientemente preocupada para continuar pensando en su hijo, y para pensar poco en otros asuntos, o al menos en otros asuntos que no estén relacionados con y teñidos de peligro para su hijo.”

Han pasado más de treinta años desde que este peculiar ensayo de Ryle fuera publicado por primera vez, y aún seguimos inclinados a cometer el mismo error epistemológico que él aquí criticaba mordazmente. Alguien dirá: "Es porque está preocupada por su hijo que lo cuida," a lo que alguien responderá: "No, es precisamente porque lo cuida que está preocupada por él." Pero así como nos reímos del incidente porque es ridículo o risible, ella cuida de su hijo porque él le importa, y su cuidado es indicio de que él importa. Continuamos debatiendo cómo lo ético emerge de lo no ético y cómo lo estético emerge de lo no estético, ignorando por completo la inferencia que se obtiene de Ryle, de que lo no ético y lo no estético son mitos provenientes de ideas epistemológicas completamente anticuadas. La gente se pregunta, increíblemente, cómo la música con propiedades estéticas puede surgir de "simples sonidos" y cómo las pinturas con propiedades estéticas pueden surgir de "simples pinturas", olvidando (si acaso alguna vez lo supieron) que los simples sonidos y las simples pinturas están intensamente impregnados de cualidades ya estéticas. La creación no es la extracción de lo estético de lo completamente no estético, sino la transformación de un tipo de cualidad estética en otra. De la misma forma, la educación no es la extracción de un adulto razonable de un niño no razonable, sino el desarrollo de los impulsos del niño para ser razonables. De hecho, lo que pasa por educación con frecuencia es la disminución de los sanos impulsos filosóficos del niño, de modo que el niño filosóficamente inclinado se convierte en un adulto no filosóficamente inclinado.

Esto nos lleva de regreso a la crítica de Ryle -de que nos reímos del chiste porque es gracioso, de la escena porque es cómica, del incidente porque es ridículo, y así sucesivamente. De igual manera, nos ocupamos de las cosas que importan, aunque la medida en que importen sea cuestión de grado, dependiendo de qué tanto nos interesan. Las piedras exóticas, en sí, no son más preciosas que las piedras comunes, ni son menos preciosas; lo que decide si son más o menos preciosas es nuestra apreciación; es decir, nuestra cuidadosa discriminación de su valor.

Un tipo de apreciación se convierte fácilmente en otra, como en A través del espejo el bebé de la cocinera se convierte en un cerdo y otra vez en un bebé. X lee cuidadosamente el manuscrito de Y, de principio a fin. Pero puede que X comience la lectura porque en lo personal le agrada. Y continúa leyendo porque siente que como editora es responsable de hacerlo, y termina su lectura porque el manuscrito le resulta genuinamente atractivo y agradable. Cada una es un tipo de apreciación que aporta una razón fundamental para su lectura, pero son tres razones diferentes para el mismo acto. Como un tipo de razón, cada apreciación representa un "porqué ella piensa que está leyendo el manuscrito", y es por lo tanto un pensamiento, aunque a primera vista uno podría identificarla como un mero sentimiento.

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ALGUNOS TIPOS DE PENSAMIENTO DE CUIDADO

He estado haciendo énfasis en que el cuidado no es una condición causal del pensamiento -o no necesita serlo, en cualquier caso- pero puede, en vez de eso, ser un modo o dimensión o aspecto del pensamiento mismo. De esta forma, el cuidado se manifiesta como un tipo de pensamiento cuando efectúa operaciones cognoscitivas, tales como la búsqueda de alternativas, el descubrimiento o invención de relaciones, la institución de conexiones entre conexiones y la apreciación de diferencias. Y sin embargo, está en la misma naturaleza del cuidado el desvanecer distinciones y rangos cuando estos amenazan con volverse injustos y, por lo tanto, con sobrepasar su utilidad. Es así que los padres que se preocupan, que reconocen que "ser humano" no es una cuestión de grado, así como "ser natural" no es una cuestión de jerarquía, no intentan asignar rangos a sus hijos. Sin embargo, al mismo tiempo reconocen que hay diferencias significativas de perspectiva, de modo que las cosas adquieren diferentes proporciones desde una perspectiva que desde otra. Por lo tanto, aquellos que se preocupan luchan continuamente para mantener un balance entre aquella paridad ontológica que considera que todos los seres permanecen en la misma posición y aquellas diferencias de perspectiva en la proporción y matices de la percepción que surgen de nuestras discriminaciones emocionales.

Sin embargo, no siento que esté en posición de ofrecer una definición del pensamiento de cuidado en el sentido de que yo podría sostener que los criterios que ofrecí para el pensamiento crítico podrían combinarse para formar una definición de ese aspecto de la cognición. En su lugar, lo que puedo ofrecer es un inventario de una serie de variedades de pensamiento de cuidado que siento que ni se superponen ni son exhaustivas. No obstante, son características sobresalientes del campo, y haríamos bien en tomar nota de ellas.

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Pensamiento valorativo

John Dewey ha señalado que debemos distinguir entre asignar un valor y apreciar, tener en estima y estimar, entre valorar y evaluar. Valorar es apreciar, abrigar/estimar, preocuparse por; evaluar es calcular el valor de algo. La diferencia entre asignar un valor y apreciar, así como entre pares de términos similares, es una diferencia de grado: no hay asignación de valor que no contenga al menos un germen de apreciación, y no hay apreciación que no contenga al menos un germen de asignación de un valor.

De cualquier manera, cuando asignamos un valor, admiramos, estimamos (cherish) y apreciamos, nos ocupamos en valorar algo por las relaciones que sostiene. Valorar un regalo es valorar el objeto dado por los sentimientos que expresa hacia nosotros de quien dio el regalo. El regalo es valioso porque establece conexiones entre nuestras actitudes, disposiciones y emociones y aquellas de quien dio el regalo, conexiones que podría ser difícil establecer de cualquier otra forma.

De esta manera, apreciar una obra de arte es encontrar el placer en observar las relaciones entre las partes de la obra y entre el aspecto primario del cual se compone la obra. Apreciar la cinematografía de una película es apreciar las relaciones pictóricas que la cámara pone a disposición del espectador, así como las relaciones entre el trabajo de la cámara y la actuación, la dirección, la música y otros aspectos de la película. Igualmente, que una cara nos parezca interesante o hermosa es admirarla y disfrutar las relaciones entre las características así como las relaciones dentro de las características. Bajo presión, podemos bien referirnos a estas relaciones dentro de las características, así como también podemos referirnos a estas relaciones internas como la razón de la admiración que experimentamos.

Apreciar algo es ponerle atención a lo que nos interesa, a lo que es de importancia. No importa la aparente circularidad: aquello que nos interesa es de importancia precisamente porque le ponemos atención. Sólo es parcialmente cierto. Las cosas en la naturaleza no son ni mejores ni peores que otras cosas, pero cuando las comparamos y contrastamos desde determinadas perspectivas, ponemos atención y, por lo tanto, valoramos sus similitudes y diferencias. En sí, un lago no es ni mejor ni peor que un océano, y un cerro no es ni mejor ni peor que una montaña. Es sólo en determinados contextos que los experimentamos relacionalmente y, por lo tanto, valorativamente. Es en este sentido que los curadores se preocupan por las obras de arte, los doctores se preocupan por la salud y los curas se preocupan por las almas: Estas personas son gente que se preocupa en cuanto a que cuidan de aquello que les interesa, y el hacer esto no es un despliegue "meramente emocional", sino que tiene un genuino valor cognoscitivo.

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Pensamiento afectivo

El pensamiento afectivo es un concepto que penetra la razón como un láser contra la dicotomía de las emociones. En vez de asumir que las emociones son tormentas psicológicas que bloquean la clara luz del día de la razón, uno puede concebir las emociones en sí como formas de juicio o, más ampliamente, como formas de pensamiento. Martha Nussbaum escribe:

Las emociones son un tipo de pensamiento. Como cualquier tipo de pensamiento, pueden ser erróneas: incluso Aristóteles y Rousseau insistirán en que uno puede tener emociones equivocadas, como la excesiva preocupación por la propiedad o la reputación...Uno tendrá que aceptar que si las emociones no están presentes, tampoco está completamente presente el juicio... Significa que para representar ciertos tipos de verdades uno debe representar las emociones. También significa que para comunicarle al lector ciertas verdades, uno tendrá que escribir de tal forma que despierte las emociones del lector."

Una vez más, la insistencia está en que al menos algunas emociones no son simplemente las consecuencias psicológicas de los juicios humanos: Ellas mismas son esos juicios. La misma indignación que uno siente cuando uno lee acerca de algún atroz insulto cometido contra un extraño es el propio juicio sobre lo vergonzoso de ese evento. Es difícil que los esquemas para mejorar el pensamiento florezcan en tanto que el único tipo de pensamiento racional (thinking thought) digno de ese nombre es el pensamiento deductivo o alguna otra forma austera de racionalidad. El enfoque educativo para la enseñanza del pensamiento tiene que incluir el pensamiento afectivo, no sólo por condescendencia ante alguna alianza con el pluralismo democrático, sino porque la falta de énfasis sobre otras variedades simplemente resulta en la superficialidad del tratamiento de la variedad intelectual que es reconocida.

Considere este ejemplo. Usted observa que un niño inocente está siendo maltratado y usted está indignado. ¿Su indignación se califica como pensamiento? Seguramente su indignación conlleva el conocimiento de que abusar de alguien inocente es incorrecto, y conlleva el conocimiento adicional de que la indignación que usted siente está justificada. Es poco probable que la indignación sea producida por un evento causal aislado: requiere de una razón. Puede que la razón no sea firme ni buena, pero es una razón, no una causa, y es parte de la misma indignación.

De esta forma, la indignación que uno siente es el desarrollo de la propia comprensión inicial de que alguien inocente está siendo lastimado, así como de la propia comprensión de que tal comportamiento es incorrecto. Lo que es incorrecto en un determinado contexto carece de garantía, carece de justificación. El abuso se percibe como incorrecto; la indignación se aprecia como correcta. Y lo correcto es tanto un criterio cognoscitivo como lo es, digamos, la coherencia o la relevancia.

Este es un asunto cuya importancia para la educación moral no puede subestimarse. Con frecuencia, nuestras acciones prosiguen directamente a nuestras emociones. Uno odia, uno se conduce destructivamente, uno ama, uno se conduce amigablemente, y así sucesivamente. Como consecuencia, si podemos mitigar las emociones antisociales, es probable que seamos capaces de mitigar la conducta antisocial.

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Pensamiento activo

De lo que acaba de decirse acerca de que las emociones son cognoscitivas, con dificultad debería sorprender encontrarse con que las acciones en ocasiones son descritas como cognoscitivas. Hay lenguajes de gestos y otros movimientos corporales, tales como expresiones faciales. E incluso un acto que no tiene un significado estándar asignable puede adquirir uno cuando se desarrolla en un contexto adecuado.

Pocas discusiones sobre el cuidado no llegan a notar la ambigüedad entre el uso del término caring for o about (en el sentido de estimar o tener afecto por) y caring for (en el sentido de cuidar u ocuparse de). Podríamos distinguir estos sentidos clasificando el primero bajo pensamiento afectivo y el segundo bajo pensamiento activo. Yo utilizo el término 'activo' en este contexto para referir acciones que son al mismo tiempo formas de pensar.

Así, un tipo de pensamiento activo es curatorio -la conservación de lo que uno estima. La gente trata de conservar su apariencia o su juventud; toma medidas para salvar las cosas que valora de la corrosión del tiempo.

Otros buscan conservar los valores abstractos, como los lógicos buscan conservar la verdad de las premisas de un argumento en su conclusión y como los traductores buscan conservar el significado de un enunciado de una lengua a otra.

Otro tipo de pensamiento activo queda ilustrado con actividades profesionales como el deporte. Es así que un juego como el béisbol está meticulosamente guiado por reglas en ciertos aspectos pero está abierto y guiado por el criterio en otros respectos. Algunas situaciones simplemente requieren de una conducta mecánica, como alejarse de la base después de haber lanzado. Otras situaciones requieren de juicios creativos, como intentar un juego triple. A esas actividades las llamamos cognoscitivas porque, al igual que la mayor parte de la conducta profesional, se realizan con juicios.

Esto requiere de una nueva visión sobre la noción de juicio, como la proporcionada por Buchler. De acuerdo con Buchler, cada juicio expresa a la persona que lo lleva a cabo y evalúa el mundo de esa persona. Lance una pelota de béisbol y la manera en la que lance lo expresará a usted, mientras que la manera en que la lance también tomará en cuenta aspectos como la velocidad del viento, la destreza del receptor y la habilidad del bateador. Cada acto es una intervención que pone a prueba las propias circunstancias.

De esta forma, hay un lenguaje de los actos así como hay lenguajes de palabras, y si los significados de las palabras se encuentran en sus relaciones con las oraciones que las incorporan, así también los significados de los actos se encuentran en sus relaciones con los proyectos y escenarios que los incorporan. Sus significados también se encuentran en su relación con las consecuencias que se desprenden de ellos, así como en sus relaciones contextuales.

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Pensamiento normativo

Conviene aquí hacer una aclaración con respecto al pensamiento en línea que une el pensar sobre lo que es con el pensar sobre lo que debería ser. Hasta cierto punto, esto es cuestión de la educación moral en la casa y en las escuelas. Insistimos en que el niño considere, cada vez que desee algo, lo que debería ser deseado y, así, siempre relacionar lo deseado con lo deseable. Lo deseable es un ejemplo del resultado de la reflexión sobre la práctica real, puesto que la indagación sobre lo que se hace debería ser capaz de proporcionar un bosquejo o esquema para lo que debería hacerse, si la indagación está lo suficientemente fundamentada.

Esta conjunción de lo normativo con lo real intensifica el componente reflexivo tanto de la acción como del cuidado. Alguien que se preocupa siempre está interesado en las posibilidades ideales de la conducta del cuidado, de manera que la reflexión sobre lo ideal se vuelve parte o ingrediente de la atención que uno presta a lo que realmente está sucediendo. Dado que el elemento normativo siempre es cognoscitivo, su inseparabilidad de otros aspectos del cuidado simplemente se añade a su título de estatus cognoscitivo.

Aquellos que son capaces de reflexionar sobre quiénes son también necesitan ser capaces de tomar en cuenta el tipo de personas que quieren ser y deberían querer ser. A aquellos capaces de considerar el mundo tal como es debería ayudárseles a considerar el tipo de mundo en el que quieren vivir y el tipo de mundo en el que deberían querer vivir. Una agenda así bien podría ocupar gran parte de sus vidas, pero será tiempo bien empleado.

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Pensamiento empático

El término "empatía" tiene una amplia gama de significados, pero para mis propósitos aquí tiene que ver únicamente con lo que sucede cuando nos ponemos en la situación del otro y experimentamos las emociones de esa persona como si fueras las nuestras. Visto así, la importancia del término es principalmente ética. Es decir, una forma de cuidado es salirnos de nuestros propios sentimientos, perspectiva y horizonte y, en su lugar, imaginar que tenemos los sentimientos, perspectiva y horizonte del otro. Como dice Mark Johnson, "No necesitamos preocuparnos de que la imaginación empática sea una actividad privada, personal o completamente subjetiva. Más bien, es la principal actividad por medio de la cual somos capaces de habitar en un mundo más o menos común -un mundo de gestos, acciones, percepciones, experiencias, significados, símbolos y narrativas compartidos." Dado el importante papel que nuestros sentimientos juegan en nuestra propia comprensión de nuestra situación, no es difícil darse cuenta que la sustitución de los sentimientos de alguien más nos hará capaces de comprender mucho mejor cómo esa otra persona ve su situación. De hecho, lo que con frecuencia ocasiona una ruptura en la comprensión es que las partes involucradas son capaces de apreciar solamente los factores lingüísticos o cognoscitivos involucrados en la interacción entre ellos pero no logran ese intercambio de emociones que haría de su comprensión mutua una realidad.

A la imaginación moral a veces se le trata como si fuera un simple trato humorístico con las ficciones. Por el contrario, se trata de un procedimiento que hace posible la seriedad moral. Cuando no nos ponemos en el lugar de la otra persona es cuando simplemente estamos jugando a ser éticos. Sin duda, el acto empático no requiere que aceptemos la evaluación del otro: Aún tenemos un juicio por emitir. Pero ahora tenemos mejores razones, el juicio que emitamos puede ser más sólido.

He estado insistiendo en añadir el pensamiento de cuidado al pensamiento crítico y creativo en cualquier división procedente de los aspectos principales para el mejoramiento del pensamiento en la educación por dos razones principales:

  1. El cuidado cuenta con extensas credenciales como empresa cognoscitiva, aún cuando con frecuencia consista de actos mentales casi no discernibles como seleccionar, examinar, filtrar, ponderar, sopesar, y así sucesivamente, en vez de actos pronunciadamente discernibles como inferir y definir. Pero lo cognoscitivo no se limita sólo a actos de gran visibilidad, así como los órganos vitales del cuerpo no se limitan a aquellos involucrados en dramáticas actividades de bombeo como el corazón y los pulmones. El hígado y los riñones también son órganos vitales, ya que la selección y discriminaciones que realizan son esenciales para nuestras vidas.
  2. Sin el cuidado, el pensamiento queda desprovisto de un componente de valores. Si el pensamiento no contiene valoración o apreciación está propenso a abordar sus temas con apatía, indiferencia y con descuido, y esto significa que desconfiaría incluso de la misma indagación. En un intento por argumentar a favor del pensamiento del cuidado, de ninguna manera intento menospreciar el pensamiento crítico y creativo, así como al argumentar a favor del pensamiento aplicado no intentaría menospreciar el pensamiento teórico. Sin embargo, estoy consciente de que el dualismo casi maniqueo racionalismo/irracionalismo es uno con el que mucha gente está profundamente comprometida, de modo que una reorientación hacia la razonabilidad sería para ellos mucho más fácilmente dicha que hecha.

Sospecho que experimentamos emociones cuando hay que elegir y tomar decisiones, estas elecciones y decisiones son la principal guía del juicio. De hecho, tan importante es el papel de la emoción en el pensamiento que culmina en el juicio y en el pensamiento que se aleja y se aparta del mismo, que se nos dificultaría distinguir entre uno y otro. De hecho, bien podrían ser indistinguibles; podrían ser idénticos, en cuyo caso tendría perfecto sentido decir que la emoción es la elección, es la decisión, es el juicio. Y es este tipo de pensamiento que bien podemos llamar pensamiento del cuidado cuando tiene que ver con asuntos de importancia.

(1) Capítulo 12 de la segunda edición del libro de Matthew Lipman (2003) Thinking in Education. Cambridge: Cambridge University Press. Traducción hecha por Mónica Cuéllar y Armando Verdín.

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Centro Latinoamericano de Filosofía para Niños, A.C.
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