El papel de la comunidad de diálogo filosófico en la formación de la identidad del adolescente

Eugenio Echeverría

La comunidad de diálogo constituye un concepto ya familiar para todo aquél versado en el programa de filosofía para niños de Mathew Lipman. Cuando pensó y desarrolló el concepto de la comunidad de diálogo nunca se imagino la trascendencia tan grande que iba a tener en tantas ramas del conocimiento y en tantos países del mundo. En el presente trabajo voy a describir la comunidad de diálogo filosófico y su especial relevancia para coadyuvar en el desarrollo y construcción de la identidad en la etapa de la adolescencia.

El concepto de identidad puede ser entendido desde varios ámbitos del conocimiento: sociológico, antropológico, filosófico o psicológico. El manejo que se le dará en las páginas siguientes asocia el concepto de identidad en sus orígenes con las investigaciones realizadas por Erik Erickson a fines de los años sesenta desde el campo de la psicología del desarrollo (Erickson, 1968). Ya desde entonces empieza a surgir una categorización de las etapas de desarrollo psicosocial y cuatro categorías principales para describir el proceso de consolidación de una identidad autónoma e independiente en un adolescente o adulto joven sano. Estas cuatro categorías son: a) identidad cerrada, b) identidad difusa, c) identidad en moratoria y, d) identidad lograda. Aunque el concepto de identidad manejado aquí aborda las tareas de desarrollo de la identidad desde un marco primordialmente psicológico, la reflexión filosófica en la comunidad de diálogo alrededor de dichas tareas enriquece y acompaña este difícil proceso decisorio en esta etapa crucial de la vida.

El niño pequeño funciona a través de los valores y consignas que recibe de sus padres y aunque a veces cuestiona dichos valores, en la mayoría de los casos obedece porque está acostumbrado a que los padres, que cuentan con más experiencia que él y que quieren lo mejor para su bienestar, el niño pequeño asume sin cuestionar que saben lo que están haciendo. Sin embargo, alrededor de los trece años, y debido en parte a los cambios cualitativos en el desarrollo de su pensamiento y a su creciente necesidad de diferenciación como individuo, así como la mayor importancia que adquieren las opiniones de su grupo de pares en esta etapa del desarrollo, comienza a cuestionar, y conforme va creciendo y sus necesidades de autonomía se van perfilando, los cuestionamientos se van haciendo más incisivos y bien argumentados. Los niños expuestos desde pequeños al espacio de la comunidad de diálogo filosófico van a ir adquiriendo las herramientas y desarrollando las estrategias necesarias para discutir y dialogar con sus padres de forma razonada. Cuando existe receptividad para este tipo de intercambio en la familia, la transición de la niñez a la adolescencia se va a ver favorecida por un ambiente de comunicación indispensable para llegar a acuerdos en situaciones difíciles donde el niño comienza a demandar mas autonomía e iniciativa propia.

Es entonces cuando los padres empiezan a perder el aura de infalibilidad que los rodeaba anteriormente y el adolescente comienza a confrontar de lleno las tareas de desarrollo que corresponden a esta etapa de la vida. Esta es la etapa de transición entre una identidad cerrada, normal en un niño pequeño, hacia una identidad en moratorio que se caracteriza por una serie de cuestionamientos y dudas acerca de los valores inculcados desde el seno familiar y el contexto social inmediato.

La identidad moratoria es una etapa de crisis constructiva, de búsqueda por encontrar un camino construido por uno mismo con el acompañamiento de adultos significativos en nuestra vida, pero sin la imposición de los valores y consignas de la niñez para finalmente alcanzar una identidad lograda. La identidad lograda implica el despliegue por parte de la persona de un pensamiento crítico y autónomo. En muchos sectores de la sociedad hay cierta reticencia hacia la idea de que al adolescente hemos de ayudarle a desarrollar el pensamiento crítico para que se convierta en un pensador autónomo. Como lo afirma Lipman en “pensamiento Complejo y Educación”:

“..........se entiende por pensadores autónomos aquellos que piensan por sí mismos, que no siguen a ciegas aquello que otros dicen o hacen, sino que realizan sus propios juicios sobre los sucesos, forman su propia concepción del mundo y construyen sus propias concepciones sobre la clase de personas que quieren ser y el tipo de mundo en el que quieren vivir......(Lipman, 1998)”

Sin embargo, a veces se asocia esto con un tipo acentuado de individualismo. Como una manera de propiciar la formación de personas cognitivamente autosuficientes y capaces de construir argumentos invencibles para defender lo que piensan. Lo que realmente pretendemos al propiciar el pensamiento autónomo es promover un tipo de

“........modelo reflexivo fundamentalmente atravesado por lo social y lo comunitario. Su finalidad es articular las causas de conflicto en la comunidad, desarrollar los argumentos que apoyan las diferentes posturas y después, a través de la deliberación, lograr una comprensión del panorama que permita realizar un juicio mas objetivo. (Lipman, 1998)”

Este acercamiento ayudará al adolescente a adquirir las herramientas necesarias para ir acercándose a la conformación de una identidad lograda y a dejar gradualmente la comodidad de una identidad cerrada que en el adulto joven se puede ir convirtiendo en una visión dogmática y ajena a su realización como una persona con sus propias metas y valores.

La identidad cerrada se manifiesta cuando la persona está segura de lo que quiere, de los valores que expresa como suyos, pero en realidad solo está reflejando ideas que ha tomado sin previa reflexión de figuras de autoridad significativas para ella. El niño pequeño que nos dice con toda seguridad que de grande va a ser doctor, o ingeniero, o bombero, está manifestando una identidad cerrada en el área de la vocación. Tiene seguridad de lo que quiere pero no ha pasado por una etapa de exploración de sus aptitudes y capacidades, de confrontación de sus deseos con las oportunidades reales de llevarlos a cabo, de investigación del mercado de trabajo para el área que dice que quiere estudiar, etc. En otras palabras, no ha pasado a una identidad en moratorio en el área del desempeño vocacional y manifiesta una opinión que muy probablemente es producto de la imitación de modelos adultos que para él o ella son significativos, o de la imposición de dichos valores por personas que son significativas para él (Waterman A, 1985).

Una de las tareas de desarrollo de la adolescencia mas importantes es la se elegir un medio de sostenimiento de vida, ya sea una carrera, un oficio o un negocio al que se va a dedicar para ganarse la vida. Las habilidades y herramientas que se van adquiriendo con la continua participación en la comunidad de diálogo le dan elementos para hacer juicios mas reflexivos, comparar alternativas, trabajar con posibles hipótesis, tener en cuenta contextos diversos antes de actuar o decidir, y predecir las posibles consecuencias de su toma de decisiones. Al participar con su grupo de pares en la comunidad de diálogo, el adolescente también puede comparar un buen número de estilos parentales en donde se da cuenta de que en algunas familias al hijo o hija le condicionan lo que puede estudiar o le imponen una determinada carrera. Un ejemplo hipotético es cuando el abuelo fue abogado, el padre también y el nieto “tiene que heredar el despacho y seguir haciendo honor al apellido”. En este caso, si el hijo está de acuerdo y le gusta el trabajo puede que no haya problema. Pero si descubre que es excelente con las matemáticas y el dibujo y decide que quiere ser ingeniero entonces pueden suceder dos cosas: o abandona la voluntad de los padres de convertirse en abogado y estudia ingeniería, o estudia la abogacía y se queda con una identidad cerrada en el área de la vocación. Lo mas sano por supuesto es que la familia lo apoye en su decisión vocacional cualquiera que esta sea. Pero todos podemos citar casos en los que esto no es así. Otro ejemplo hipotético de identidad cerrada en el área de vocación es cuando a la mujer los padres le dicen que puede estudiar para convertirse en enfermera, maestra o secretaria. Aquí también la comunidad de diálogo le va a dar los elementos necesarios para rebelarse de manera constructiva ante esta imposición de un contexto familiar autoritario y sexista. Los compañeros le van a dar razones de por qué los padres no deben imponerle lo que estudie, habrá unos que sí estén de acuerdo y otros no, pero es precisamente a partir de la evaluación de las razones, predicción de consecuencias y de la exploración de los mejores argumentos que va a desarrollarse la capacidad decisoria reflexiva y lógica.

La categoría de identidad difusa identifica al adolescente que se niega a formar su propia identidad y detiene la consecución de sus tareas de desarrollo. Se asocia por lo general y en la mayoría de los casos con una familia desintegrada en donde solo existe uno de los padres, o puede haber alcoholismo, abuso físico, sexual o emocional, desempleo o abandono. Otra característica de la familia del adolescente con identidad difusa es que es impredecible en lo que respecta al establecimiento de normas y límites. Lo que un día le prohíben, el otro día esta bien y lo que siempre le permitían de pronto esta mal. No sabe a que atenerse y no cuenta con un asidero firme en cuanto a modelos pro-sociales para ir consolidando e identificando sus propios valores. Los que trabajamos en contextos educativos con adolescentes podemos verlo en aquellos que comienzan a descuidar su arreglo personal, a faltar a clases y a perder el interés por todo lo que tiene que ver con responsabilidades propias de esta edad. En muchos casos hay psicopatología que toma la forma de depresión. El adolescente que no se levanta de su cama y se la pasa viendo televisión y escuchando música puede tener una identidad difusa. El suicidio o intento de suicidio adolescente siempre va precedido de una identidad difusa. Cuando tratamos de contactar a los padres para que nos apoyen es por lograr muy difícil conseguirlo y en los casos en que se logra hablar con uno de ellos nos damos cuenta por las situaciones caóticas, difíciles y conflictivas que presentan del origen de muchos de los problemas del adolescente. Existe un instrumento psicométrico para medir el desarrollo de la identidad. Este es de especial importancia en el trabajo con grupos de adolescentes en instituciones educativas que trabajan con el grupo de edad entre los trece y los diez y ocho años pues cuando el puntaje es alto en identidad difusa justifica la necesidad de entrevistar al estudiante para detectar un posible riesgo de depresión y de suicidio. Cuando un estudiante con problemas serios participa en una comunidad de diálogo sus posibles problemas se ponen de manifiesto y nos da la oportunidad de intervenir a tiempo.

En el área de la vocación un ejemplo de identidad difusa sería aquél adolescente que al preguntársele que es lo que quiere en cuanto a su futuro laboral nos responde que no sabe y que además no está interesado o inquieto en explorar cuáles pueden ser sus opciones en esta área. Simplemente se deja llevar por lo que venga o lo que vaya apareciendo. Estos adolescentes son fácilmente influenciables por su grupo de pares especialmente para actividades que los ponen en riesgo. Comprar drogas o robarse un auto serían dos ejemplos de estas actividades. Tienen una autoestima baja por lo que se atreven a hacer cosas para quedar bien con los amigos aunque estos sepan que los están utilizando y no los aprecien de manera sincera. Son adolescentes que viven en un eterno presente y en búsqueda de experiencias inmediatas de placer. Lo que pase mañana, en un mes o en un año parece no ser de importancia para ellos. La comunidad de diálogo filosófico se presenta a este adolescente como un espacio estable y seguro, donde las reglas son claras y los límites están bien especificados. Es un espacio donde puede explorar diferentes alternativas que en un momento dado y con la ayuda del facilitador y de sus pares puedan ayudarlo a ir saliendo adelante de la situación precaria en la que se encuentra.

En las comunidades de diálogo es frecuente la discusión acerca del concepto de persona, de quién soy yo, de cuáles son mis derechos, cuáles mis alternativas y opciones y las consecuencias de mis decisiones y necesariamente con esta experiencia el adolescente va desarrollando un sentido del yo propio dentro de un ambiente democrático.

Las tareas de desarrollo de la adolescencia comprenden un área ideológica y una interpersonal. Dentro del área ideológica he descrito brevemente la tarea vocacional. Son cuatro las tareas que el adolescente en su camino hacia una identidad lograda tiene que confrontar. La primera tiene que ver con la decisión vocacional. La identificación de habilidades y destrezas que le permitan tomar una decisión con respecto al modo en el que piensa ganarse la vida. La segunda constituye un análisis y reflexión de las ideas religiosas con las que fue educado y una transformación de las mismas para hacerlas suyas de manera consciente. No ya como un mero reflejo de lo que piensan sus padres. La tercera abarca la dimensión política dentro de la cual se plantea que se involucre como ciudadano dentro de un proceso social. Finalmente está la tarea de desarrollar una filosofía de la vida propia, encontrar un estilo de vida que le permita definirse a sí mismo como persona única e irrepetible. Dentro de las demás tareas de desarrollo en el área ideológica se va a dar un proceso similar al descrito arriba con referencia al área vocacional. Pasando de una identidad cerrada, a una en moratorio y finalmente al logro de la identidad.

Dentro del área interpersonal se encuentra con la necesidad de ir explorando y definiendo sus criterios acerca de tres tareas de desarrollo. Sus ideas y valores acerca de la amistad, de los roles sexuales y de la recreación o el uso que hace de su tiempo libre a través de un pasatiempo o actividad de preferencia. Un ejemplo de identidad cerrada en cuanto a la amistad puede verse con el hecho de que a nuestros hijos nosotros les escogemos a los amigos. Por la escuela en la que los metemos, el vecindario en donde vivimos y los parientes que tenemos. Hasta cierta edad, nosotros les decimos con quién pueden “juntarse” y con quién no. Sin embargo al comenzar la adolescencia ellos van a ir identificando el tipo de persona que desean elegir como amigo. Ya sea por intereses afines o por otros rasgos de la personalidad que admiran en el otro. En la comunidad de diálogo filosófico el tema de la amistad es uno de los que aparecen desde las discusiones con los niños de pre escolar hasta las realizadas con adultos jovenes. Es un espacio donde van a poder explorar qué es un amigo, cuáles son los criterios a través de los cuales ellos van a poder decidir con quién quieren llevar una amistad. Van a explorar diversos tipos de relación y como padres de familia probablemente nos alarmemos cuando llega con un amigo que tiene el pelo morado y la nariz perforada con una argolla. Aquí es importante como en otras áreas de desarrollo de las tareas de identidad del adolescente que los padres acompañen, dialoguen y sugieran. Si imponen y prohíben, lo que van a lograr es que la comunicación se suspenda. El adolescente que está buscando definir lo que es la amistad para él o ella está en una etapa de moratorio. Cuando tenga mas o menos claro el tipo de persona que quiere como amigo estará dentro de la categoría de identidad lograda en el área de la amistad. Los padres que tratan de imponer el tipo de amigos que puedan tener sus hijos van encaminados a provocar algunas de las llamadas crisis que tanto agobian a algunas familias durante esta etapa de desarrollo.

En cuanto a los roles sexuales, una identidad cerrada es aquélla que determina lo que debe ser en esta área de desarrollo y que es obedecido sin cuestionar, y sin reflexionar acerca de opciones alternativas. Muchos padres de familia imponen patrones de género desde que los niños son muy pequeños. Cuantas veces hemos escuchado: “Los niños no lloran”. “Tú no puedes jugar con muñecas, eso es para niñas.” “Las niñas no juegan con carritos o soldados, vente a donde están las muñecas.” Incluso las tiendas de juguetes facilitan este adoctrinamiento a los padres acomodando en secciones diferentes lo de “niños” y lo de “niñas”. El daño provocado se manifiesta posteriormente y lo identificamos en comentarios como: “Mi esposo no expresa sus emociones” “No me ayuda para nada con las labores de la casa y con los niños”, etc. (Mussen, Conger y Kagan, 1979). Otro ejemplo de identidad cerrada en el área de los roles sexuales se da cuando padres autoritarios no aprueban de la posible pareja que una hija a escogido para formar una familia. Se dio el caso en donde una mujer de 40 años menciona que le hubiera gustado casarse. Al preguntarle por qué no lo hizo respondió que los novios que llevaba a su casa no le gustaban a su papá y entonces terminaba con ellos. Al someterse a los deseos de su padre sin cuestionar fue dejando pasar la oportunidad de entrar en moratorio y finalmente tomar la decisión que a ella le pareciera más apropiada llegando así al logro de su identidad en el área de los roles sexuales. La comunidad de diálogo filosófico, al explorar los conceptos de persona, derechos, igualdad de género y otros similares abre un mundo de posibilidades a los estudiantes que en muchos casos cuestionan los valores con los que crecieron en esta área. El niño que llega comentando a su compañera que no puede ser ingeniera porque eso es una carrera de hombres, se va a encontrar con cantidad de contraejemplos a esta aseveración proporcionados por sus mismos compañeros de clase y propiciados por un facilitador que cuestiona de manera apropiada al grupo. Los cambios físicos, hormonales y cognitivos que se producen en la adolescencia van a propiciar una exploración abierta en el área de los roles sexuales y de la orientación sexual. La decisión que finalmente tome el adolescente en cuanto al tipo de persona con la que quiere compartir sus emociones en el área sexual se va a ver enriquecida por las discusiones que acerca de este tema surgen en la comunidad. El ambiente de respeto, confianza y seguridad del espacio de la comunidad de diálogo podrá propiciar que surjan expresiones de preferencias sexuales que nuestra sociedad machista rechaza por miedo e ignorancia. Las opciones de género que adopte la persona necesitan ser respetadas y comprendidas siempre y cuando estas sean tomadas después de una cuidadosa reflexión interior y con una toma de conciencia de las implicaciones que tiene el adoptar una orientación sexual minoritaria dentro de nuestra sociedad. La capacidad para elegir con libertad y de manera responsable nuestras opciones de vida es uno de los elementos que se ven favorecidos por los procesos desencadenados dentro de una comunidad de diálogo filosófico.

La comunidad de diálogo filosófico, es un espacio que por sus características puede convertirse en un soporte insustituible de reflexión y guía para el adolescente en su camino hacia la realización exitosa de sus tareas de desarrollo. Dentro de la misma sus integrantes van haciendo realidad tres de los objetivos mas sobresalientes de la propuesta de filosofía para niños:

  1. El desarrollo de habilidades de pensamiento.
  2. La construcción, definición y desarrollo de conceptos.
  3. La exploración y consolidación de sus propios valores.

Las habilidades de pensamiento han sido ampliamente identificadas por diversos programas que tienen como objetivo su desarrollo. Entre ellas se cuenta la capacidad para ofrecer razones, dar ejemplos, identificar presuposiciones subyacentes, analizar alternativas, predecir consecuencias, realizar inferencias inductivas y deductivas, etc. Todas estas habilidades de pensamiento se van practicando al dialogar dentro del grupo de pares alrededor de temas que son significativos y relevantes para la vida de los adolescentes. El adolescente ofrece ejemplos y da razones para fundamentar sus ideas y sus puntos de vista. Cuando hay desacuerdos se ve obligado a analizar la evidencia que algún compañero le presenta en la forma de un contra ejemplo y a transformar su manera de ver las cosas a la luz de razones convincentes o a buscar nuevas formas de sustentar lo que piensa.

“La visión social del pensamiento crítico.... no erradica el papel del individuo, sino que lo sitúa en el amplio horizonte de la multiplicidad de perspectivas. (Lipman, 1998)”

Es importante mencionar que la capacidad de escucha es otra habilidad indispensable para el desarrollo del pensamiento y de destrezas para la construcción de argumentos que defiendan mis creencias, opiniones y valores. Esta capacidad para escuchar lo que el otro me dice, para tratar de entender al que me interpela, es algo que se va desarrollando gradualmente en la comunidad de diálogo y que el adolescente aprende a apreciar como una característica muy importante en sus compañeros y en sí mismo. Dicha habilidad es inseparable de la dimensión de respeto y tolerancia hacia puntos de vista diferentes a los míos que se desarrolla también al interactuar con mi grupo de pares en discusiones sobre temas de importancia. Con esta capacidad de escucha y actitud de respeto viene también desarrollándose una actitud de confianza y solidaridad entre los miembros de la comunidad. Esta se pone de manifiesto cuando vemos ejemplos de diálogos entre ellos donde difieren en puntos de vista y sin embargo su actitud no es defensiva. Típicamente acostumbramos al adolescente a la discusión tipo debate, donde se trata de ganar al defender una determinada posición. Esto crea actitudes de competencia por ver quién es el que ataca mas fuerte y quién gana en el debate. La pregunta que forja la respuesta del adolescente en este contexto es ¿Cómo me voy a defender de lo que me dicen? Y ¿Cómo puedo contra atacar al otro? La pregunta en la comunidad de diálogo es ¿Qué me está queriendo decir el otro?, ¿Desde dónde viene? ¿Cómo se integra o no lo que dice a mi marco de referencia? En la comunidad de diálogo la actitud es de escucha y comprensión. La meta es construir juntos conocimiento. La construcción social del conocimiento es una dimensión característica de este tipo de espacio. La zona de desarrollo próximo o potencial de la que habla Vigotsky se va ampliando gradualmente con la ayuda de unos y otros en este ir y venir de ideas y argumentos disciplinados por el respeto y la lógica. Las contradicciones se identifican y se resuelven, las inferencias deben estar bien fundamentadas y se busca la validez del pensamiento hipotético y deductivo. Esta actitud no implica que no se den situaciones de competencia, a veces la emoción por defender las ideas propias le da una dimensión necesaria de motivación y dinamismo al diálogo. Pero al final es la actitud de estar construyendo algo juntos la que prevalece. Yo enriquezco a mis compañeros con mis contribuciones y me enriquezco a partir de lo que ellos aportan.

Con respecto a la clarificación y desarrollo de conceptos, esta se da de manera natural durante el intercambio en el diálogo. Y es aquí donde los conceptos filosóficos juegan un papel fundamental. Al contextualizar, ejemplificar y aplicar a la realidad los conceptos discutidos, el adolescente los va puliendo y afinando al mismo tiempo que le va dando sentido a su propia experiencia. La construcción paulatina de un proyecto personal y social son uno de los productos mas importantes del trabajo en la comunidad de diálogo filosófico. Conceptos como la amistad, la justicia, las relaciones, la belleza, la reciprocidad, el respeto, el bien, la muerte, el destino, los derechos de las personas, de los animales, de la naturaleza, la verdad, son conceptos que surgen a lo largo del curriculum de filosofía para niños desde pre escolar hasta las novelas dedicadas a adolescentes de 18 años. Son conceptos también que en la adolescencia cobran un significado muy especial al poder ser trabajados y discutidos con los elementos de una creciente capacidad de abstracción y reflexión acerca de uno mismo , el mundo que nos rodea y el papel que jugamos y queremos jugar en él. ¿Quién soy?, ¿Qué quiero?, ¿Hacia dónde voy?, son sólo algunas preguntas que el adolescente se hace y que tienen como resultado la toma de una serie de decisiones acerca de sus tareas de desarrollo que van a ser determinantes para el resto de su vida. El hacerse estas preguntas lo coloca en una identidad en moratorio, el ir encontrando posibles respuestas lo acerca a una identidad lograda. La comunidad de diálogo filosófico propicia la construcción de significados alrededor de estas preguntas y ayuda en la interacción con sus pares a ir dándoles respuesta.

Los conceptos filosóficos son los únicos que se prestan para lograr este cometido por las características que los definen. Son abiertos y difíciles de definir con claridad, son controversiales y relevantes para la experiencia de todo ser humano y no tienen una edad determinada en la cuál pierdan su importancia. El proceso de diálogo desencadenado alrededor de conceptos abiertos y controversiales obliga al adolescente a ejercitar y pulir sus habilidades de razonamiento al mismo tiempo que va consolidando después de una cuidadosa reflexión los valores que le van a servir de guía para su comportamiento como individuo y como integrante de un grupo social.

El proyecto personal y social que se va construyendo dentro de la comunidad de diálogo filosófico responde a dos preguntas fundamentales que en la adolescencia adquieren mas intensidad: ¿Qué tipo de persona quiero ser? Y ¿En qué tipo de mundo quiero vivir? Dentro de las discusiones de los conceptos filosóficos que surgen de manera continua, la dimensión ética, en cuanto a la identificación y consolidación valoral, exige del adolescente la conciencia de la necesidad de congruencia entre el pensar, decir y hacer. El concepto de democracia manejado por filosofía para niños enriquece esta dimensión ética al enfatizar la necesidad de tolerancia hacia la diferencia, igualdad de derechos, respeto a las decisiones mayoritarias pero respeto también a los derechos de las minorías. Cuando estas dos últimas características se topan frente a frente el diálogo se convierte en el vehículo a través del cual se dirimen las diferencias y se llega a compromisos en donde cada quién sacrifica un poco de su posición original para llegar a acuerdos que no dañen a las partes involucradas. Otra característica del concepto de democracia es el de justicia social. Al ir desarrollando su proyecto personal y social el adolescente va consolidando su identidad como individuo y también una conciencia de formar parte de un conglomerado mas amplio que es el género humano. Debido a los cambios cognoscitivos de esta etapa de desarrollo se da cuenta de que hay problemas que no lo afectan directamente pero que son consecuencia de cómo los seres humanos hemos pasado de una etapa romántica durante la Ilustración, en donde el futuro de la humanidad se vislumbraba como resuelto a través del poder de la razón y después de los avances tecnológicos, a una realización de que la complejidad de las decisiones tomadas nos hace darnos cuenta de que hemos fallado como género humano. Ante el hambre, las guerras, la injusticia y la pobreza prevaleciente en muchas partes del mundo, el adolescente se preocupa y muchas veces siente con impotencia su incapacidad para afrontar tales problemas. El trabajo en la comunidad de diálogo enfatiza la necesidad de pensar globalmente pero actuar localmente. Esto es, preocuparme al ver en la televisión que miles de niños se mueren de hambre en Somalia, pero abordar el problema desde mi contexto más inmediato y ver como puedo contribuir desde mi vecindario o mi comunidad para ayudar a que un niño no tenga hambre.

El facilitador tiene la obligación de exigir el paso, la transferencia de lo que se ventila en las discusiones del salón de clase a la dimensión de la acción en un contexto vinculado de manera directa con la experiencia cotidiana del adolescente. Esto le va ayudando además a ir desarrollando un sentido de agencia, de capacidad de acción y no de pasividad complaciente ante los problemas que le rodean. Este sentido de agencia a su vez va produciendo un sitio de control interno, constructo que los psicólogos han acuñado para describir a la persona que se siente responsable de su entorno y con capacidad para incidir en él de manera constructiva, en otras palabras, para tomar las riendas de su propio destino. En contraste a un sitio de control externo en donde el adolescente siente que todo lo que le pasa se debe a fuerzas externas a él y que están fuera de su control. La expresión “reprobé porque no estudié” ilustraría un sitio de control interno y “reprobé porque no le caigo bien al maestro” sería el externo. Los adolescentes con un sitio de control externo dejan que los acontecimientos y sus experiencias de vida les sucedan. Los de sitio de control interno dan los pasos necesarios para determinar en gran medida los eventos y las experiencias que van conformando su propia identidad como seres diferentes y únicos.

En la comunidad de diálogo el adolescente va dando sentido a su propia experiencia dentro de un espacio seguro, de confianza y con la colaboración de su grupo de pares que en esta etapa juegan un papel a veces más importante en su toma de decisiones que el de sus propios padres. Con las preguntas de seguimiento de un facilitador de filosofía para niños tanto el adolescente que participa activamente de manera verbal como el que escucha a sus compañeros, se ve obligado a reflexionar acerca de temas que están íntimamente ligados con las tareas de desarrollo que confronta en esta etapa decisiva de su vida y a caminar hacia una identidad lograda en un ambiente de colaboración y construcción colaborativa de conocimiento. Por todo lo anteriormente expuesta queda de manifiesto la importante labor del facilitador y la dificultad para ejercer su labor de manera honesta y ecuánime. El perfil del facilitador está caracterizado entre otras cosas por un gran respeto a las personas con las que trabaja y a sus procesos de desarrollo tanto cognitivo como emocional y valoral. Decimos que el facilitador tiene que ser pedagógicamente fuerte y filosóficamente humilde. Esto quiere decir que tiene una responsabilidad especial de asegurar que el proceso del diálogo se de con respeto a las diversas opiniones expresadas, que no haya burlas ni humillaciones, que se respeten los turnos para hablar y de apoyar alentando a los menos verbales para que puedan expresar sus ideas. En lo filosófico el ser humilde quiere decir que debo dejar mis convicciones acerca de lo que se esté discutiendo en suspenso. Suspender el juicio de manera provisional para dejar que los otros crezcan. No imponer mi manera de pensar como la mejor o la mas adecuada aprovechando mi posición de autoridad. No debemos olvidar que los temas discutidos en la comunidad de diálogo filosófico no tienen una respuesta acabada. Son temas acerca de los cuáles cada individuo con la ayuda de los demás va a ir construyendo su propia percepción de lo que es mas adecuado para el o ella de acuerdo a su contexto personal, social y familiar. Un ejemplo podría ser si se está discutiendo el tema de las corridas de toros dentro del tema de los derechos de los animales. Yo como facilitador puedo tener en mi grupo a estudiantes cuya familia por tradición participa de manera estrecha en el mundo de las corridas de toros. También puedo tener estudiantes cuyos padres sean acérrimos defensores de los derechos de los animales y aborrezcan las corridas de toros. Mi labor como facilitador de la comunidad de diálogo filosófico es propiciar que surjan los mejores argumentos del lado de las dos posiciones que están siendo discutidas. Independientemente de lo que yo como individuo piense acerca de las corridas de toros. Existen argumentos profundos y bien elaborados favoreciendo cada una de las dos posiciones. El objetivo sería que dentro del grupo, en una atmósfera de escucha y respeto se ventilaran estos argumentos y que cada individuo dentro de la comunidad se formara su propio criterio al respecto. El resultado puede ser que las posiciones radicales con las que se comenzó a discutir se vayan suavizando. Que en lugar de ver las cosas como blanco o negro los integrantes de la comunidad vayan descubriendo que existen áreas grises que no habían percibido, que el problema no es tan simple como lo pensaban en un principio y que sus compañeros que mantienen una posición diferente a la suya pueden seguir siendo aceptados y respetados como personas a pesar de sus diferencias. Es aquí y así como se va gestando la semilla de la tolerancia hacia diversos modos de pensar y entender la realidad. De este modo se puede llegar a compromisos que preservan la integridad de los participantes. Como bien lo plantea Martín Benjamín en su libro “Splitting the Difference”:

“Las instituciones públicas -especialmente las escuelas- pueden fomentar la capacidad de los ciudadanos para buscar y diseñar decisiones morales equilibradas. El estructurar el salón de clase como comunidad de indagación e incluir discusiones filosóficas apropiadamente dirigidas es probable que ayude a cultivar la capacidad de los niños para diseñar y mantener decisiones morales sin comprometer su integridad.” (Benjamin, 1990).

Los cambios cognoscitivos cualitativos y cuantitativos que se dan entre los 13 y los 18 años, y de manera especial entre los 14 y los 16, y las decisiones de vida que confrontan al adolescente durante esta etapa, hacen de la comunidad de diálogo filosófico un espacio que aborda de manera especial las necesidades de desarrollo de la sensibilidad filosófica del adolescente. La exploración de cuestiones éticas, epistemológicas, metafísicas y estéticas en la etapa de la adolescencia tienen un significado y una trascendencia para el adolescente que no tenían antes y que no tendrán ya de la misma forma para el adulto joven. El impacto de las experiencias vividas entre los 14 y los 16 años aproximadamente deja una huella que perdurará por toda la vida. Si las experiencias construidas en este período tienen sentido y relevancia para el adolescente, moldearán la manera en que enfrente los problemas por el resto de su vida.

El uso de la narrativa conteniendo situaciones con las que el adolescente se puede identificar y que considera relevantes y significativas, sirve como trampolín para que se haga preguntas relevantes y significativas para él o ella y las discuta en la comunidad de diálogo. Por esto la comunidad de diálogo es un elemento poderoso para afectar de manera constructiva el desarrollo cognitivo y la capacidad reflexiva. Como lo menciona Overton:

“....para cuando el niño llega a la adolescencia es capaz de razonar de acuerdo a las reglas abstractas de las que la lógica formal es un modelo. Pero esto será cierto sólo con la condición de que el razonamiento sea aplicado a campos en los que los sujetos tienen conocimiento y experiencia y en situaciones que tienen relevancia y sentido para ellos...... si aceptamos que la inteligencia constituye la adaptación más sofisticada a la vida que la naturaleza ha inventado, entonces creo que el razonamiento ha de ser estudiado en situaciones que signifiquen algo para el sujeto....” (Overton, 1990).2

Por su especial importancia en esta etapa de la vida, la comunidad de diálogo se convierte en un espacio que debería estar integrado dentro de las experiencias educativas de formación de todo adolescente.

“.....hay momentos en los que no podemos permitir que los demás piensen por nosotros, pues hemos de pensar por nosotros mismos. Y hemos de aprender a pensar por nosotros mismos pensando por nosotros mismos; los demás no pueden enseñarnos como hacerlo, pero si pueden incorporarnos a una comunidad de diálogo en la que se faciliten esos procesos. (Lipman, 1998)”

Los retos que tiene que afrontar en una sociedad en constante cambio como la nuestra requieren de el las habilidades, herramientas, estrategias y espacios de reflexión que lo lleven a tomar decisiones críticas para contribuir a la construcción de una sociedad mas justa y mas humana.

BIBLIOGRAFÍA:

Benjamin, Martin. Splitting the Difference: Compromise and Integrity in Ethics and Politics. University Press of Kansas. 1990.

Erickson E. Identity, Youth and Crisis. W.W. Norton and Company. U.S.A. 1968.

Lipman, Mathew. Pensamiento Complejo y Educación. Ediciones de la Torre. España. 1998.

Mussen, Conger y Kagan. El desarrollo de la Personalidad en el Niño. Editorial Trillas. 1979.

Overton, Willis F. Reasoning, Necessity, and Logic: Developmental Perspectives. Lawrence Erlbaum. New Jersey. 1990.

Waterman, Alan S. Identity in Adolescence: process and contents. New Directions in Child Development # 30. Jossey Bass Inc. San Francisco. London. 1985

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Centro Latinoamericano de Filosofía para Niños, A.C.
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